“Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona” (Artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos).
“No se impondrá la pena capital ni la de prisión perpetua sin posibilidad de excarcelación por delitos cometidos por menores de 18 años de edad” (Artículo 37 de la Convención sobre los Derechos del Niño).
“En los países que no hayan abolido la pena capital sólo podrá imponerse la pena de muerte por los más graves delitos” (Artículo 6.2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos).
“No se impondrá la pena de muerte por delitos cometidos por personas de menos de dieciocho años de edad” (PIDCP. Artículo 6.5).
“Mamá: quieren ejecutarme. Veo la horca. ¡Madre: sálvame!”. Estas fueron las últimas palabras que Delara Darabi tuvo ocasión de decir a su madre. Delara es uno de los más de treinta jóvenes ejecutados, desde enero de 2005, en la República Islámica de Irán por delitos cometidos cuando eran menores de edad. Los lectores de esta página saben que a más de un centenar les espera la misma suerte que a Delara (ejecutada el 1 de mayo de 2009), Molla Gol Hassan (el 21 de enero de 2009), Benhoud Shojaee (el 11 de octubre de 2009).
La justicia en Irán es lenta (Benhoud, por ejemplo, fue condenado en 2006), quizá porque anda muy entretenida en castigar a opositores al régimen, quizá porque tiene mucho trabajo (61 personas ejecutadas desde el mes de agosto, según Iran Human Rights).
La justicia en Irán es, además, implacable. Aunque Irán firmó la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Convención sobre los Derechos del Niño y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, no ha tenido empacho en incumplir lo firmado, pues no basta, para salvar cínicamente la cara ante el mundo, con dejar que los chicos cumplan dieciocho años (de vez en cuando se les escapa alguno, pues se calcula que, desde 1990, doce menores de 18 años pasaron a mejor vida).
Irán entiende la DUDH a la luz de la sharía, por eso también firmó la Declaración de los Derechos Humanos en el Islam. A la luz de la sharía o, mejor, de la interpretación que algunos ayatolás hacen de ella.
El Código Penal iraní (artículo 49) establece lo siguiente: “Se eximirá de responsabilidad penal a los menores que cometan un delito. La corrección de su conducta será responsabilidad de sus tutores o, si así lo decidiese el tribunal competente, de un centro correccional de menores”. Ahora bien, a efectos penales, se considera que una niña es mayor de edad a los 9 años y un niño a los 15.
Si se atiende, además, a la, para nosotros, chocante calificación de delitos y penas, resulta patente su desproporción. Así, por ejemplo, el adulterio y la sodomía se consideran hudud, es decir, crímenes contra la voluntad divina. Adulterio y sodomía se equiparan a la violación y se castigan con la pena de muerte, mientras que a otros delitos más graves, como el asesinato, se les impone una pena de qisas (un equivalente de la ley del talión). La pena de muerte es irrevocable para los delitos hudud. En el caso de la sodomía, si el culpable confiesa el crimen y se arrepiente públicamente, el juez tiene la potestad de solicitar el indulto al líder supremo. En el caso de un asesinato, la familia de la víctima tiene derecho a pedir la ejecución; pero, también, puede perdonar al culpable y aceptar el pago de una indemnización: la diyya.
Sin embargo, en la práctica, no todo parece tan claro y puede ser más atroz. Se supone que un sistema penal que se precie ha de garantizar, por ejemplo, que existen pruebas fehacientes contra el acusado. Las leyes iraníes establecen que para probar delitos sexuales se requiere la confesión repetida cuatro veces o el testimonio de cuatro testigos varones; pero, también, permiten a los jueces utilizar sus conocimientos para determinar la culpabilidad cuando no se dispone de tales pruebas. Esto es, al parecer, lo que ha ocurrido con los jóvenes Mehdi P. y Moshen G., acusados y, por ello, condenados a muerte por sodomía, como Nemat Safavi. Mucho nos tememos que Nemat haya sido condenado en parecidas circunstancias.
Las circunstancias pueden ser aún peores, si se analizan otros casos, como el de Makwan Moloudzadeh. Makwan fue ejecutado el 4 de diciembre de 2007 en el Kermanshah, acusado de haber violado a tres chicos cuando tenía 13 años. Fue detenido el 1 de octubre de 2006 sin que se informara a su familia de la naturaleza de los cargos que pesaban contra él. Fue humillado públicamente cuando, poco después, se le hizo pasear con la cabeza rapada a lomos de un burro por la ciudad de Paveh. Ante los malos tratos a que se vio sometido en prisión, mantuvo una huelga de hambre que duró diez días. Durante el juicio, Makwan, que había confesado bajo coacción, negó las acusaciones. Las presuntas víctimas declararon a su vez que sus acusaciones eran falsas. El juez emitió su veredicto condenatorio el 7 de junio de 2007 basándose en sus propios conocimientos.
¿Es esta la suerte que espera a Medhi P. y Moshen G.? ¿Esta es la suerte que espera a Nemat Safavi?
“La demanda de poner fin a las ejecuciones de menores no contradice la sharía”.
(Shirin Ebadi, Premio Nobel de la Paz)
“Quien matara a una persona que no hubiera matado a nadie ni corrompido en la tierra, fuera como si hubiera matado a toda la Humanidad. (...) Quien salvara una vida, fuera como si hubiera salvado las vidas de toda la Humanidad” (Corán. 5,32)
Para saber como podemos apoyar al joven Nemat Safavi y a otros dos chicos menores de edad condenados a muerte por el Régimen Islámico Iraní por crímenes imaginarios, remítanse al blog de "Nemat Safavi: Historia Real de Ciencia Ficción" ya sea pinchando el enlace anterior, o bien pinchando en la imagen de "Jueves por Nemat" en la parte superior de la columna derecha de este blog.
Ni uno más.
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