11/07/2009

Muerte

Para muchas personas pensar en la muerte suele ser algo perturbador. Los dolores asociados a la misma, las dolencias físicas de la enfermedad, las dolencias psicológicas del moribundo que experimenta por ver sufrir a sus seres más amados ante su lecho de muerte, sus dolencias emocionales por saber que en cualquier momento dejará de existir, la fuerte negación de los seres queridos a aceptar que su amig@/familiar/pareja/compañer@ no estará más con ellos... son experiencias terribles que tarde que temprano llegarán a la vida de cada ser humano. Especialmente uno de los temores más grandes asociados a la muerte misma es a lo que haya (o no haya) después de la misma: ¿no habrá algo más? ¿dejaré simplemente de existir? ¿no habrá otra oportunidad de ver a quiénes más amo en la vida?

Es en este conjunto de abrumadoras, tristes y pesadas experiencias donde la religión ha encontrado un perfecto "caldo de cultivo" para prosperar en un inicio. Es posible que al comienzo el objetivo de la religión haya sido paliar esos dolores, esos temores a lo desconocido que aquejaban la mente del ser humano, siendo uno de ellos por supuesto la misma muerte. Para darle a esta un aspecto "menos temible" y con el objetivo de ofrecer algo de consuelo al humano dolido, se dió pie al mito de que más allá de la cesación vital existe un lugar de paz y armonía al que todo mundo iría después de morir y en el cual volveríamos a reunirnos con aquellas personas que más quisimos; este patrón general de un "cielo" es adoptado prácticamente por todas las religiones, con sus respectivas variantes (por ejemplo, el cielo cristiano aparte de eterno es a menudo descrito como si fuese una especie de mansión de gente rica, el cielo islámico es orgiástico con sus decenas de vírgenes, el cielo hinduista tira hacia una vuelta más a la tierra con la creencia de la reencarnación, etc).

Bien, lo admito, en un principio suena bonito creer que algo así fuera posible: reunirnos otra vez después de la muerte con quiénes más amamos. Sin embargo, aunque suene agradable, no deja de ser un engaño cuyo objetivo es tratar de "compensar" una experiencia dolorosa, a falta de alguna explicación posible. No existe ninguna evidencia, ni una sola, para afirmar con total seguridad que el cielo existe, y menos para decir algo como que ahí se encuentran nuestros seres amados. Los relatos bíblicos sobre el mismo son solo eso, relatos y nada más. Las supuestas experiencias cercanas a la muerte no demuestran la existencia de que hay "algo más allá", son prueba de que puede estar ocurriendo algún tipo de desbalance neurobioquímico cuando las funciones del cuerpo están por colapsar; muchos investigadores han explicado que esto puede ser posible debido a que el cerebro antes de morir libera una gran cantidad de neurotransmisores, algo similar a lo que ocurre previo a un estado de coma. Ni siquiera el hecho de tener fe en la existencia del cielo hará que éste exista o sea real; como bien dijo el personaje de Dr. House en el capítulo donde curaba a una mujer judía con Nefroptosis: "Las cosas no están ahí solo porque queremos que estén ahí".

El mito del Cielo para paliar los dolores y temores con respecto a la muerte se asemeja demasiado al mito del Ratoncito Pérez para paliar el dolor y el temor infantil asociados a la visita al dentista o a la caída de un diente. Al hablarles de Cielos de Oro donde están nuestros seres amados se palía el terror que tienen muchas personas a morir; al hablarles a los niños del dinero que les dejará el Ratoncito Pérez debajo de la almohada de su cama en recompensa por su diente se palía el terror de los niños que experimentan con la visita al dentista. Todo aquello es bonito, pero no deja de ser un engaño.

Y así a muchos seres humanos, en vez de hablarles con la verdad y enseñarles a encarar las situaciones de la vida tal cual son se les ha mentido sobre las mismas, se les ha enseñado a mentirles a los demás sobre las mismas situaciones a las que a ellos les mintieron; algunas veces la mentira suele durar por unos cuantos años como la del Ratoncito Pérez, pero lo peor del caso es cuando duran por toda la vida al grado de creer que realmente son verdad, como el caso del Cielo. ¿Por qué es peor? Porque les está creando esperanzas que muy probable no existan, porque se les está ofreciendo un producto y oferta de dudosa veracidad y existencia, pero sobre todo porque a menudo las mentiras van creciendo con el paso de los años, y muy a menudo para mal; conforme los siglos transcurrieron la mentira sobre el cielo se hizo más y más grande al grado de lucrar con la misma: solo se puede entrar al cielo si das tanto dinero a la Iglesia Católica (esto ocurría a menudo en la Edad Media, pero en la actualidad aún sigue ocurriendo; el actual papa Joseph Ratzinger según fuentes periodísticas ha ofrecido a los jóvenes católicos cierta "remisión del pecado" si asistían a ciertas festividades católicas organizadas por el Vaticano), solo se puede entrar al cielo si haces tal o cuales cosas que yo el cristianismo te mando hacer sin repelar o siquiera cuestionarlas, solo se puede entrar al cielo si tomas como rehén a un avión y a todos su pasajeros y le haces estrellar contra edificios perdiendo tu visa y asesinado a su vez a varios, solo se puede entrar al cielo si pierdes el respeto por tí mismo diciendo que eres un desgraciado pecador y humillandoté ante Jesús, solo puedes entrar al cielo reprimiendo al máximo tu vida sexual (cuando mucho reduciéndola al acto procreador pero nada más, oh sí !Y aún asi debes confesarte cuando termines!), solo puedes entrar al cielo si "das hasta que duela" (palabras favoritas de la monja adicta al sufrimiento Agnes Bojaxhiu o "Madre Teresa"), solo puedes entrar al cielo si alabas y te humillas a un solo dios, solo puedes entrar al cielo si asesinas a infieles a los dictados de mi religión... de lo contrario arderás en el infierno por toda la eternidad.

Caray... ya no suena tan bonita la oferta del Cielo ¿Verdad? El mito del Cielo que comenzó con el objetivo de paliar el temor a morir terminó acabando, a final de cuentas, por convertirse en un destino mucho peor que la muerte ¿Verdad? Los creyentes, desde los católicos, evangélicos, islámicos, judíos, mormones, etc., se enorgullecen de tener fe en la existencia del Cielo al grado de que muchos de ellos afirman no tener la necesidad de demostrar que realmente exista; pero analizandoló desde una perspectiva de "beneficio versus perjuicio" creo que el creyente si tiene (y debe de) preocuparse por demostrar que en realidad existe su dios y su cielo ¿Por qué? aquél creyente que se considere con un mínimo de racionalidad podrá darse cuenta de que los numerosos y estoicos requisitos que se piden para entrar al cielo merecen por lo menos una garantía confiable de que éste realmente exista, no hablo de relatos sino de pruebas físicas, no hablo de testimonios sino de hechos consistentes, no hablo de ideologías filosóficas sino de evidencias tangibles que garanticen que toda la joda que te hiciste pasar a ti mismo y a los demás en pro de la creencia religiosa vaya a ser muy bien compensada después de morir; de lo contrario habrás malgastado y arruinado TODA TU VIDA perdiendo el respeto por tí mismo y por los demás por un conjunto de creencias inexistentes (y que de paso solo beneficiaron al cardenalato y su lamborghini, o al tele-evangelista y su jet privado)...

Pero mientras algunos creyentes tratan de demostrar la existencia de su dios y de su cielo para justificar todo ese irrespeto por sí mismo y por los demás, debo recalcar una cosa. Muchos de nosotros, los ateos, no necesitamos aferrarnos a la creencia de que hay una vida después de la muerte, no despreciamos esta vida en espera de recibir recompensas en otras vidas de dudosa existencia, nosotros nos conformamos con el corto período de vida que los seres humanos abarcamos en la línea de tiempo; independientemente de que si al final resulta que hay un "más allá" no nos importa en lo más mínimo, nosotros apreciamos la vida de este momento, de hoy, de este instante y no la de un "más allá" (lo cual resulta paradójico con la religión, que constantemente dice "apreciar y defender" la vida pero al final termina despreciándola alegando que "más allá" hay algo mucho mejor que la "vida terrenal"); estamos concientes de que cada minuto transcurrido jamás regresará, por ello aprovechamos cada momento siempre siendo nosotros mismos y no lo que otros nos digan que seamos; aprovechamos cada minuto como si fuera el último, gozándolo siempre al máximo (con responsabilidad) con aquello que nos agrada hacer; los ateos estamos concientes que la vida solo es una vez y nunca volverá, por ello ponemos enfásis en hacer de este mundo un lugar mejor, en ser mejores personas para nosotros mismos y para los demás, en construir y no en dividir, en incluir y no en clasificar, en conocer y no en prejuzgar, en aprender y no en cerrarse, en disfrutar y no en despreciar...

Finalmente, aunque la muerte es una experiencia dolorosa incluso para nosotros los ateos, es una experiencia que nos hace apreciar todavía más la vida, reforzar y vivir al máximo durante nuestra existencia. La muerte nos remite hacia el aprecio por esta vida de hoy, y no hacia falsas promesas de cielos eternos.

La muerte (al parecer) siempre será una experiencia amarga, dolorosa e indeseable en la vida; pero que a través de su tétrica faceta nos invita a apreciar el momento de hoy, a vivir el momento de hoy, a disfrutar el momento de hoy, construir el momento de hoy, abrazar el momento de hoy... Finalmente, es posible que al aceptar el hecho de la cortedad de nuestras vidas nos comportemos mejor unos con los otros:

"Especulamos con la idea de que al menos es posible que, una vez que las personas acepten el hecho de que sus vidas son cortas y penosas, tal vez se comporten mejor unos con otros, y no peor" - Christopher Hitchens

Lo único que dejará huella aún después de la muerte es nuestro legado, nuestra aportación que cada uno de nosotros haya dejado para las futuras generaciones. Vivamos la vida al máximo y construyamos un mundo mejor, que a su vez será nuestro legado. VIDA SOLO HAY UNA.

2 comentarios:

  1. Asi es, Quique. Vida hay sólo una. Y gracias a la existencia de la no deseada muerte es que podemos apreciar y valorar aún más la vida....La creencia en una existencia más allá de la muerte produce que nuestra vida no valga lo suficiente comparada con la vida eterna que nos prometen falsamente las religiones; y, por conseguir esa supuesta vida eterna somos capaces de despreciar y sacrificar nuestra vida (la única que realmente tenemos). Las religiones han hecho que millones de personas hayan desperdiciado sus propias vidas en aras de una falaz promesa de vida eterna.

    Saludos

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  2. En efecto mi querido Beto :-)

    Es por ello que una de las principales críticas a la religión está precisamente encaminada a que fomenta el desprecio por esta (y como bien apuntas la única) vida de hoy.

    Por cierto, !Mucha suerte en el Vo. Bo. que está recibiendo la propuesta de extender el matrimonio civil a las parejas del mismo sexo en las comisiones!

    Saluditos y feliz inicio de semana!

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