1/08/2010

El Octavo

Portugal se ha convertido en el 8vo país del mundo en permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo; eso sí, la lucha por permitir la adopción a parejas del mismo sexo tendrá que esperar un tiempo, cuando menos cuatro años más, algo parecido a la situación de Bélgica que en el año 2003 legalizó el matrimonio gay y en el 2006 autorizó la adopción por parte de los contrayentes.

Como siempre, los enemigos a esta forma de matrimonio secular fue la derecha con la Iglesia Católica a la cabeza. Además de usar la basura homófoba que ya conocemos, hubo un argumento medular que presidió la manifestación anti-gay: que 90 000 personas pedían un referéndum sobre del mismo. Esta petición de referéndum fue idea que la Iglesia Católica sugirió y puso en práctica a través de la derecha; también hicieron visible la oposición de la sociedad portuguesa al mismo: solo un 45.6% esta de acuerdo con el matrimonio homosexual, y un 68.4% se posiciona en contra de la adopción por parte de parejas del mismo sexo en el país luso.

¿Da la impresión de que la oposición de la sociedad al matrimonio homosexual es una condición suficiente para no aprobarlo, cierto? Pues no.

En primer lugar, a menos que se hable de una obligación y no de un derecho el referéndum puede ser válido; el matrimonio gay como tal es un derecho, no es una obligación que todos tengan que casarse con alguién de su mismo sexo, y como tampoco anula la validez o incluso la existencia de matrimonios heterosexuales entonces resultaría descabellado pedir un referéndum para el mismo. Lo que se hubiera conseguido, de haber sido aprobada la propuesta de realizar un referéndum entre la sociedad sobre el matrimonio gay (cosa que afortunadamente fue rechazada por el bloque de izquierda, mayoría en el Parlamento Portugués en la actualidad) era privar de su derecho a un grupo de personas de casarse con quién ellos deseen y que el estado reconozca dicha unión, que no afecta en nada a nadie (y aquél que diga lo contrario simplemente miente).

En segundo lugar, con respecto a la oposición ligeramente grande al matrimonio homosexual y la mucha a la adopción sencillamente no dice gran cosa, solo que mucha gente no está de acuerdo con los mismos pero no por ello necesariamente en la línea correcta. El argumento ad numerum es una falacia (gracias a Pablo del blog Alerta Religión por el compendio de falacias que puso a disposición en la web :-P) que consiste en afirmar que cuanta más gente apoye una proposición o crean en ella, es más probable que dicha proposición sea correcta o en algunos casos (como ocurre con la creencia religiosa en seres sobrenaturales) real; este, por supuesto, es el caso de la ligera oposición al matrimonio gay de la sociedad lusa y la mucha a la adopción. Lo que las encuestas reflejan es que buena parte de la gente portuguesa no está a favor del matrimonio gay, pero sólo eso; no dicen que estén en lo correcto, no dicen que tengan la razón (especialmente cuando se trata de prohibir el reconocimiento equitativo en base a prejuicios o creencias personales, religiosas o no) y menos que de entrada lo numeroso sea precisamente lo adecuado.

Por supuesto, las personas están en todo su derecho de opinar en contra del matrimonio gay, están en su derecho a quejarse de algo que no les agrada. Pero, entre tanto no se les esté obligando a cambiar su forma de pensar, entre tanto no se esté obligando a la Iglesia Católica (o al numeroso enjambre de congregaciones evangélicas) a que celebren matrimonios homosexuales, entre tanto no se esté obligando a todos a casarse con una persona de su mismo sexo, entre tanto no se esté aboliendo el matrimonio heterosexual sus opiniones y quejas no pasan de ser eso, opiniones y quejas que muchas veces rozan el conspiracionismo más alarmista, sensacionalista pero sobre todo falso. Aunque eso sí, reconozco que existen opiniones tan virulentas, tan apologistas del odio que deben tener un límite ante la ley.

En realidad, como dice el periodista Sergio Sarmiento, la pregunta que se tiene que hacer una sociedad moderna y democrática con respecto al matrimonio gay no es "si la sociedad está a favor o en contra del mismo", más bien "¿afecta a terceros?"; y, como él ha bien apuntado, yo en esta entrada y ya varias instituciones y personas a lo largo de estas dos décadas: No.

Enhorabuena por Portugal! Cada vez somos más territorios que han decidido, por fin y después de tantos años de mala injerencia religiosa en el Estado, reconocer y dar protección a su diversidad social.

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