Algunas personas aseguran que en muchas denominaciones cristianas se está dando un cambio positivo, es decir, algunas denominaciones del cristianismo comienzan a hacer la lucha por ir a la par con el mundo actual y los avances que trae consigo la modernidad (científicos, sociales, culturales, etc).
Es de notar que al hablar de esas denominaciones cristianas "vanguardistas" no me refiero precisamente a esas pequeñas congregaciones, casi marginales y relegadas a espacios casi clandestinos comformadas por teólogos de la liberación y grupitos de cristianos disidentes reformistas de todas las ramas que integran al cristianismo. No, a esas congregaciones no me refiero porque generalmente esas salen pocas o ninguna vez a la luz, no suelen hacer apariciones en vivo ni emitir comunicados públicos. Me refiero precisamente a las ramas "dominatrices" del cristianismo, a esas ramas cuyo número de integrantes se cuenta por "legiones" y que poseen cierto poder para influenciar si no vastas, por lo menos muchas mentalidades. Si, me refiero al evangelismo extendido, catolicismo, luteranismo, episcopalianismo, judaísmo... (el islam apenas y da indicios de la mera existencia de teólogos "reformistas").
Algunas están en proceso de contemplar el debate (por primera vez) sobre ciertos asuntos que al cristianismo le son ácidos, como el evangelismo español, cuya principal congregación que agrupa a varias iglesias evangélicas, la llamada "Iglesia Evangélica Española", ha puesto sobre la mesa para ser discutido en el transcurso de los próximos meses la temática de la homosexualidad. Si bien dicho organismo religioso ha querido adelantar que no promete algo sólido en poco tiempo por las disidencias entre las corrientes evangélicas, lo cierto es que dicha discusión ya no solo tomará en cuenta el discurso bíblico sino también la situación de gays y lesbianas en tiempo y espacio real; se espera, cuando menos, que el evangelismo español pueda convertirse en un plazo "relativamente breve" de tiempo inclusiva hacia las minorías sexuales.
En otras el cambio ha sido aparentemente "radical". El luteranismo sueco, por ejemplo, se ha mostrado favorable a celebrar enlaces matrimoniales entre personas del mismo sexo; pero además desde hace mucho tiempo permite la ordenación de mujeres, homosexuales y personas en pareja con una vida sexual activa. Algo similar a lo que ha ocurrido con el episcopalianismo, la escisión americana del anglicanismo, que en un tiempo ha ordenado benedecir los enlaces matrimoniales entre personas del mismo sexo en aquellos estados de EUA donde está permitido.
Incluso, en ramas recalcitrantes del cristianismo ha habido pequeños cambios. En el evangelismo americano, una de las religiones más agresivas y lastimeras con los derechos humanos, se han alzado voces en favor del progreso, como la de Lisa Miller, teóloga de Newsweek quién a finales del año 2008 público un artículo en dicha revista donde analizaba que la Biblia no solo no condenaba las relaciones entre personas del mismo sexo como se entienden hoy en día, sino que además podría encontrarse en la misma argumentos favorables al matrimonio gay.
O en el catolicismo, donde en apariencia puede constatarse que no todo lo negro resultó ser carbón. Se han alzado voces, desde las más laxas hasta las más radicales, en desafío a los dogmas anácronos, irreales y contradictorios de la ICAR, voces que obviamente han sido fuertemente despreciadas por una buena cantidad de sectores ultracatólicos; para el caso da lo mismo si es laxa o es radical, toda voz que se alce en la ICAR y que se contrapuntee (todavía más) con la visión papal, es considerada una herejía. Un ejemplo de quién esgrime argumentaciones laxas en pro de los derechos humanos es el obispo de Saltillo Raúl Vera, quién está sometido a juicio por el Vaticano por haber hablado en contra de la pederastia clerical prologando el libro de la periodista Sanjuana Martínez que habla extensamente sobre la temática, o por apoyar el respeto y la dignidad de las mujeres sexoservidoras, los indígenas maltratados y los gays discriminados. Un ejemplo de voz radical liberadora en la ICAR es la de la hermana Teresa Forcadas, una monja católica benedictina catalana, quién no solo ha hecho apariciones públicas para mostrarse a favor del matrimonio gay y la adopción por parte de parejas gay, sino para poner el dedo en la llaga en favor de un asunto que en estos días ha traído vuelta loca a la ICAR y sus fieles lacayos en España: el aborto.
A las revoluciones que hacen las denominaciones eclesiásticas dentro de ellas las mido en base a cuatro criterios:
A. Que dicho cambio se dé en las medianas y/o altas cúpulas.
B. Que dicho cambio ponga en cuestión la argumentación dogmática vigente de la congregación religiosa.
C. Que dicho cambio se esté llevando, principalmente, en cuestiones sociales y científicas.
D. El cambio puede ir desde un mero cuestionamiento formal a los dogmas religiosos vigentes, hasta la reforma total.
Cuando a mi consideración estos cuatro criterios son satisfechos, puede hablarse de que están ocurriendo ciertos cambios en la conformación dogmática de una religión en particular.
Yo estoy convencido de que realmente son cambios bastante notorios, pero aún no me acaban por convencer. El dilema del "¿como obviar las evidentes condenas presentes en la biblia para ciertas cuestiones?" aparentemente se ha resuelto con la solución del contexto histórico y las circunstancias en que dichas situación se está sancionando; lo que no se ha solucionado de un modo u otro es la severidad con la cual se castigan algunas otras cuestiones. Por ejemplo, al hecho de maldecir a los padres el Levítico lo ordena castigar con la muerte por lapidación ¿Como podrán suavizar los teólogos de un modo "efectivo" la severidad de esa condena, si supuestamente todo lo que está escrito en la Biblia es "palabra de dios"? a lo que voy ¿Como resuelven el hecho de suavizar o incluso modificar "la palabra de dios", sí se supone que esta es eterna e inmutable? ¿Como le darán resolución a aquellas condenas que se aplican hacia asuntos triviales, como la prohibición de Pablo a que los hombres traigan el cabello largo, al hecho de que a las mujeres les esté prohibido predicar o incluso la prohibición de acercarse a las mismas mientras estén en su período (esto último es del Levítico)?
Y, personalmente y a riesgo de sonar algo resentido: ¿Como piensan las corrientes reformistas darle solución, o siquiera solventar de un modo u otro, al grave daño que la religión le ha hecho a la sociedad durante cientos o miles de años? No pensarán en reformar y hacer luego como que aquí no pasó nada ¿O sí?
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