El Obispo Auxiliar de México, Antonio Lerma Nolasco, ha hecho alusión de nuevo al Génesis para desacreditar en forma grosera las uniones entre personas del mismo sexo (pese a que su querido papa homófobo, Rat, ya ha dicho que al relato del Génesis no hay que tomarlo tan en serio respecto al origen del ser humano).
No hace falta que les repita toda la auténtica cloaca moral que emanó de la boca "ácido sulfhídrica" de este obispo, puesto que son las mismas mamadas que suelen decir todo el tiempo en contra de las personas homosexuales. Quién desee recapitular cada una de estas chingaderitas, remítase a la nota completa.
Sin embargo, quisiera resaltar unas cuantas palabrejas de parte de esta "eminencia":
"...Antes del matrimonio las parejas deben conocerse y lograr una relación estrecha e intima antes de decidir casarse "para evitar separaciones" y defendió el valor familiar que el matrimonio representa dentro de la sociedad humana ya que "éste ha sido el plan Divino" que Dios ha trazado en el hombre". "Lejos de ayudar a la unidad, estas uniones, atentan contra las buenas costumbres familiares".
Por ello, se puede leer además, ha recordado que la postura oficial de la ICAR es que el matrimonio es entre un hombre y una mujer, y que por ello a las uniones homosexuales se les debe llamar como quiera, menos matrimonio.
En condiciones de sana convivencia, normalmente no me importaría demasiado lo que la Iglesia Católica (ya en vías de degradación en diversos países, pero que aún sigue parasitando muy bien en éste) haga o dejara de hacer, ni siquiera el que opina o que no opina, salvo para criticarle sus moditos y costumbres. Los católicos tienen toda la libertad de optar por comportarse de modos groseros usando como justificación los mitos bíblicos, tal como un alcohólico tiene la libertad total de ahogar sus penas en litros y litros de alcohol.
No obstante y muy a menudo, el asunto no suele ser tan sencillo; la ideología de la ICAR es puramente totalitaria, es decir, no acepta ni la más mínima noción de libertad, lo cual queda demostrado con su tajante prohibición al matrimonio gay, sin posibilidad de algún acuerdo o diálogo, para la ICAR este asunto no es negociable aún y cuando esta figura jurídica no sea en lo más mínimo dañina; aún y aunque todos los supuestos "colapsos morales" atribuidos a ella o bien son inventados por la propia ICAR, o bien pueden corresponderse a otros fenómenos sociales que no poseen relación alguna con el matrimonio gay (por ejemplo, el mismísimo celibato católico bien puede ser considerado una amenaza contra la familia y la reproducción, puesto que la ICAR no permite que sus integrantes formen familia alguna). Para ella no puede existir el concepto de libertad puesto que la única autoridad es "la biblia", y lo que no éste contenido dentro de ella no es negociable, aun y cuando no represente amenaza alguna, como en el caso del matrimonio gay.
Pero no solo eso, es además de ideología universalista, es decir: es aplicable para todo el mundo sin excepción alguna. ¿Cuantas veces no hemos escuchado, por boca de un pro-pederastia clerical, algo como esto: "la Iglesia Católica no impone nada a nadie, solo predica las normas morales que ya están establecidas universalmente"? Lo cual desde luego no es verdad, porque tal precepto es inexistente, salvo los derechos humanos más básicos, los cuales a la ICAR le valen un comino y se los ha pasado la mayor parte del tiempo por debajo de sus vestiditos color púrpura (siento si soné algo discriminante, pero ya es hora de confrontar la verdad: como aparentemente a la jerarquía católica le importa mucho promocionar el tema del machismo y el patriarcado, deberían empezar primero por aplicarlo a ellos mismos y deshacerse de sus coloridos vestiditos llamados "sotanas", que más bien parecen camisones de abuelita muy llamativos).
Los mismos preceptos totalitaristas y universalistas los aplica para las supuestas "buenas costumbres". Las "buenas costumbres familiares" resultan nada más y nada menos que aquellas que la ICAR propone y tampoco permiten la libertad ni la negociación puesto que son elaboradas por el Papa y éste a su vez, según la doctrina católica, es "infalible" puesto que habla con "diosito"; por esa "razón", no son negociables, por ello también las "buenas costumbres familiares" son de carácter antilbertad y totalitario. También son de carácter universalista puesto que también, según ellos, se basan en los "preceptos universales"; cosa todavía más errónea, puesto que las costumbres son todavía menos parecidas entre cada individuo, y peor si hablamos de las costumbres de un grupo familiar donde hay más de una costumbre existente.
Al final de cuentas, como la prohibición al matrimonio gay y las "buenas costumbres familiares" son de ideología "universalista católica" (lo cual no significa que de verdad tengan algún carácter universalista), deben ser llevadas hasta las leyes civiles porque "deben y tienen que ser para todo mundo", y es precisamente el trabajo que está haciendo la derecha católica antidemocrática. Y, como a su vez estos dos aspectos son totalitarios, una vez en las leyes no tendrán posibilidad de negociación porque es el "plan divino".
De ese modo, la ICAR pretende reconstruir aquello que solo la secularización y el liberalismo le pudieron arrebatar, el dominio y poder político: mediante la pretensión de que tales valores cristianos (que son todo menos valores) son y deben ser de todo mundo (universalismo) puesto que son de una imaginaria "alta divinidad incuestionable" (totalitarismo). Y le importará muy poco o nada que tan de acuerdo o en desacuerdo estemos con ellos, igual vendrá con su acostumbrada arrogancia a imponerlos en compañía de su siempre fiel bloque de derecha. Por ello siempre hay que estar, cuando menos pendientes, de los movimientos de la ICAR; un descuido puede ser la diferencia entre tener a esta gente contenida en sus Iglesias (o en la cárcel según sea el caso... con eso de que la pederastia y otros delitos en la ICAR esta a rienda suelta), o tenerlas en nuestras casas diciendonos como debemos comportarnos.
Más allá de los preceptos que la iglesia quiera imponer, el Estado tendría que estar absolutamente separado de la iglesia y establecer criterios absolutamente laicos que sólo consideren los derechos humanos fundamentales sin ningún tipo de ideología religiosa de por medio. Lamentablemente, en nuestros países esto no es tan así y la iglesia católica goza de privilegios que otras religiones no tienen y peor aún determina el giro que tendrán las leyes frenando el movimiento progresista y retrocediendo hasta la formulación de criterios propios de la Edad Media!
ResponderEliminarTú lo has dicho Beto.
ResponderEliminarEn realidad muchos no creyentes estamos dispuestos a dejar que los católicos (o cualquier otro tipo de creyente) sigan y obedezcan, del modo que deseen hacerlo, los mandamientos de su iglesia aún por más absurdos que sean, ultimadamente es su vida. Pero el problema es como bien apuntas, las iglesias jamás se conforman, a la larga no se conforman y terminan queriendo imponer toda su ideología a los no creyentes, herejes e incluso creyentes de otros credos. Y no solo es con la ICAR, casi con cualquier otra religión es lo mismo. Y siempre hay que tener eso en cuenta.
Un abrazo!
Total -y totalitariamente- de acuerdo con Su Eminencia.
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