Si hasta hace relativamente poco tiempo el cristianismo católico brasileño (en contubernio con "la mano vaticana") ganó "el derecho" de adoctrinar a menores de edad en las escuelas públicas introduciendo sus "sagradas enseñanzas católicas", el cristianismo evangélico tampoco se ha quedado atrás y ha lanzado su ofensiva.
Por ley (y fíjense lo descabellado de esto) Brasil ha decretado el "Día Nacional de la Marcha para Jesús"; la iniciativa partió de iglesias evangélicas (entre la que se encuentra Renacer em Cristo, la Iglesia del futbolista fanático Kaká y su esposa "aplasta-cabezas demoníacas"), y fue instituido el pasado Jueves 3 de Septiembre nada más y nada menos que por su contradictorio y pseudoizquierdista presidente, Luiz Inacio Lula da Silva.
La celebración, por decreto presidencial, tendrá lugar cada año, el primer sábado transcurridos 60 días de la Pascua (no específica si después de iniciada o finalizada; pero para el caso es irrelevante, da lo mismo: es la misma agresión anti-laica).
A Da Silva se le ha olvidado (¿o no?) que la razón por la cual las leyes de un país deben permanecer laicas es precisamente por el carácter impositivo y agresivo (por no decir feamente negativo) de los dogmas de cada religión, especialmente de las religiones cristianas si hablamos del occidente americano. Olvídemonos un poco del mismo discurso de siempre que dice que esa es una clara violación a la laicidad, que en teoría debería estar de cajón en cada Constitución con el objetivo de garantizar que las leyes no se contaminen con un tufo religioso en particular, evitando de ese modo que a una creencia se le concedan "derechos o privilegios extras" por encima de otras creencias y no creencias; olvídemonos de esto por un momento. Si hay algo que la historia enseña (para aquél que realmente la lee) es que las religiones han sido y son auténticas máquinas sedientas de poder, de dominio, de control total sobre todas y cada una de las vidas de este planeta; con el afán de imponer su "verdad religiosa", han sido auténticas tiranas ya sea por sí mismas (como en el caso de la Inquisición Católica) o cuando van de la mano con tiranos reconocidos (como la derecha cristiana evangélica con Bush). Una religión en el poder equivale a una tiranía teocrática; conscientes de esa hambre cristiana por el poder que tienen los seguidores del barbudo, algunas figuras históricas de corriente liberal (como Thomas Paine y Benito Juárez) libraron una árdua lucha en vida para garantizar un límite estricto entre el Estado y la Iglesia: secularización, laicidad.
Sin embargo son realmente escasos los países de América que han aprendido la lección con respecto a la importancia de tan vital separación, a mi parecer solo Canadá y Uruguay (aunque en el caso del 2do país podría restarle puntos el veto que el presidente Tabaré Vazquéz puso en su momento a una ley que permitiría el aborto antes de determinado tiempo de gestación; y Ecuador apenas anda haciendo su tarea de una forma más o menos descente con su Constitución progresista). Por lo pronto Brasil parece encaminado a convertirse en una especie de estado controlado por cristianos evangélicos fundamentalistas, como EUA; con eso que dicen qué a pesar de que la Iglesia Católica Brasileña tiene cierto poder en el gobierno, los evangélicos le llevan la delantera en poder y presencia.
El cristianismo en sus diversas tonalidades parece dispuesto a engullir todo lo que pueda en América. De miedo...
Hola, Quique...lo de Brasil no es extraño...no te olvides que Lula subió a la presidencia ayudado por los fondos de la iglesia evangélica para su campaña.
ResponderEliminarY para colmo subió a la presidencia con fondos evangélicos. Lula está para llorar, deberás.
ResponderEliminarUn abrazo!