9/04/2009

Sin crucifjos no hay condón

Cierro la semana algo serio. Hoy es uno de esos días en que un servidor suyo se encuentra muy vulnerable en lo que al carácter se refiere; y, si a eso le sumamos que el día se presta para deprimirse (esta grisáceo, tranquilo y algo lluvioso) ustedes se imaginarán. No obstante y a pesar de este repentino bajón, por lo menos si estoy lo suficientemente colocado como para hacer frente a la siempre inquisidora religión. Sin embargo seré breve.

En Fuerteventura, España, el párroco católico de Betancuria y Antigua, Higinio Sánchez, logró que el Cabildo de dicha localidad retirase unos carteles que la Consejería de Asuntos Sociales había colocado en toda la isla con motivo de las fiestas de la romería de Nuestra Señora de la Peña. ¿Por qué exigió, a base de gritos histéricos él y su comunidad, que se retiráran dichos carteles? Por la acostumbrada y eterna sexofobia del clero católico; dichos carteles lo único que transmitían era que los jóvenes debían moderar el consumo de alcohol, así como usar condón al momento de tener relaciones sexuales. Lo curioso fue el argumento del clérigo sexófobo: "Nosotros no damos crucifijos ni estampas en fiestas civiles". También se suspendió la distribución de condones gratuitos, que también era parte de dicha campaña de prevención.

Algunas personas que acudirán a dichas festividades ciertamente tendrán sexo aunque el párroco se disguste por ello (y aunque la festividad sea religiosa); ciertamente algunas beberán alcohol aunque el párroco niegue tal hecho (y aunque la festividad sea religiosa). La acción censuradora del sacerdote ciertamente no detendrá la cascada de hormonas de algunas de esas personas y que con ello se abra la oportunidad de tener sexo, tampoco detendrá las ganas de beber alcohol de algunas otras... pero lo que sí provocó dicho sacerdote irresponsable es que puedan darse casos de sexo sin protección y con ello el riesgo de adquirir una infección de transmisión sexual; lo que sí provocó es crear inconciencia entre los jóvenes respecto a beber moderadamente, y que por lo tanto se den lamentables incidentes, como congestiones alcohólicas, riñas, accidentes de tráfico... Una campaña inocente y responsable, retirada a exigencia del clero doble moralista e irresponsable.

Más aún ¿Como puede atreverse a poner al mismo nivel de un condón a una estampita de una virgen o un santo, o incluso a un crucifijo? Sin tocarme el corazón, pero una estampita de un santo o una virgen no sirve ni para asustar a las ratas, y un crucifjo visto desde una óptica no supersticiosa vale lo mismo que traer colgada cualquier otra chuchería al cuello; es solo eso: una ornamenta. En cambio un condón puede sacar de graves apuros: desde prevenir embarazos no deseados (y de ese modo no tener que atravesar por la experiencia de un aborto que tanto ha condenado el clero católico, o de una maternidad/paternidad no deseada) hasta infecciones de transmisión sexual, desde la sífilis hasta el VIH. Pero claro, pretender que un clérigo comprenda que un condón tiene mucha importancia en la vida sería como pedirle peras al olmo; para ellos, sus cosas son más importantes porque asumen "tienen poderes mágicos".

Por lo menos que cumpla su promesa de no repartir crucifijos o estampitas. Pero sabemos que tampoco las suelen cumplir, principalmente si tienen que ver con imponer sus doctrinas religiosas...

Tengan una buena semana!

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