6/14/2009

Frutos mortales: enseñanzas y justicias de bobos

A Adán se le prohíbe el fruto de cierto árbol, informándosele solemnemente de que si desobedece morirá. ¿Cómo es posible haber pensado impresionar a Adán de ese modo? De hombre, Adán sólo tenía la estatura: por sus conocimientos y experiencia, en nada superaba a un bebé de dos años; no podía tener ni idea del significado de la palabra "muerto"; no había oído decir nunca que algo estuviera muerto.

La palabra no podía querer decir nada para él. Si se le hubiera advertido al niño Adán de que, de comer la manzana, se convertiría en un meridiano de longitud, la amenaza habría sido la misma, pues en ninguno de los dos casos podía comprender su significado.

Con toda confianza habríamos podido afirmar que el mismo intelecto que pergeñó la memorable amenaza la supliría con otras banalidades y otras nociones baratas de justicia y ecuanimidad. Y bien, eso es precisamente lo que ocurrió. Se decretó que todos los descendientes de Adán, hasta el último día, pagarían por las transgresiones a esa ley de guardería con que fue fulminado el bebé en pañales.

Mark Twain, Reflexiones contra la religión.



2 comentarios:

  1. Cuanta tontaina y pensar que millones de personas se rigen por un cuento lleno de altares achicharrando visceras, palomas bochuas gordinflonas y espiritus santos que cubren a virgenes, la verdad es que es increible a la altura que estamos, por suerte parece ser que el decaimiento de la iglesia ya se está empezando a vislumbrar en el futuro.

    Saludos y buena semana.

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  2. Pues sí.

    Lo increíble es que mucha gente crea en eso, si no tiene ni el menor sentido, pero bueno.

    Feliz semana a ti tmb!

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